La migración húngara a México; un fenómeno interesante
Todas las razas humanas tienen sus propias características, hasta cuando emigran lo hacen por ciertas situaciones o necesidades. En el caso de la migración húngara, ésta tiene su base en los tiempos turbios que se vivieron en Europa central, lo que marcó para siempre la vida de quienes escogieron a México no sólo como país de refugio, sino de destino vital.
Las causas que obligaron a los migrantes húngaros se deben, sobre todo, a las experiencias que tuvieron con el socialismo soviético, que no atrajo el interés de muchos de ellos o que vieron en ese estilo de vida una decepción que los obligó a buscar un segundo país alternativo.
Aunque se han detectado movilizaciones desde finales del siglo XIX, la oleada de migrantes magyares más fuertes se detectó a partir de 1920, apenas unos años después de la desolación ocasionada por la Primera Guerra Mundial (hay que destacar que Hungría formó bando con Austria, país con el que conformaban el Imperio Austrohúngaro, junto con Alemania). Su participación en este conflicto fue desastroso para su población, principalmente por haber sido el bloque derrotado y, por consiguiente, debido a las fuertes condiciones a que quedaron a merced de las exigencias y reparaciones exigidas por los vencedores.
Ciertamente, muchos de ellos usaron a México sólo como trampolín para ingresar a Estados Unidos, pero muchos otros más, prefirieron quedarse en territorio nacional. El proceso migratorio no terminó ahí sino que, con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial, se reanudó con mayor intensidad hasta la invasión realizada por la Unión Soviética a Hungría, acto con el que pasó a formar parte del círculo de influencia de Moscú.
Los migrantes húngaros, al llegar a estas tierras, pronto se integraron en la sociedad mexicana y han dejado su huella en la vida política, económica, cultural y deportiva de México. Algunos ejemplos son la fotógrafa Kati Horna, el gran escultor-orfebre Pál Kepenyes y el legendario entrenador de fútbol Árpád Fekete. También, ciertos lugares en la Ciudad de México son testigos del legado artístico que ha dejado la comunidad húngara de antaño, como por ejemplo el Templo del Sagrado Corazón de Jesús con sus vitrales que representan santos húngaros.
El pasado 10 de noviembre tuvo lugar en el Colegio de México una conferencia que ilustró a los asistentes sobre este interesante fenómeno de una población que decidió formar parte de la sociedad mexicana, dejando atrás todos los recuerdos de su patria en Europa central para aportar una herencia cultural al suelo azteca.
Con la presencia del embajador de Hungría en México, Zoltán Németh, y de Gabór Endrényi, consejero de prensa, educación cultura de la embajada, tres expertos presentaron sus respectivas ponencias sobre la migración húngara. El Mtro.István Bobay (Universidad Reformada Károli Gáspár de Hungría), quien se refirió a la primera etapa migratoria del siglo XIX; posteriormente, la Dra. Mónika Szente-Varga (Universidad Nacional del Servicio Público de Hungría), quien abordó la migración en el siglo XX y, finalmente, el Dr. Agustín Sánchez Andrés (Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo), encargado de tratar sobre la emigración húngara a México desde la perspectiva de la Revolución húngara de 1956 y la posición de nuestro país al respecto.