La alianza euroatlántica busca captar a Japón e India contra Rusia y China

El teatro de alianzas en Asia se reacomoda debido a la guerra de Ucrania. Rusia busca afianzar su relación estratégica con China, mientras la Unión Europea y Estados Unidos tratan de captar un bloque con Japón y la India como países claves en Oriente.

La tendencia ya es una confirmación de que la crisis no se resolverá de la mejor manera ni en el corto plazo pues, por una parte, Estados Unidos mantiene la presión sobre China, a la que le recuerda constantemente que, si ayuda a Rusia a eludir las sanciones internacionales o le proporciona armas, hará todo lo posible por causar su declive como potencia económica.

El plano geopolítico

Tanto el presidente de EE.UU., Joe Biden como la encargada de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ya han advertido a Beijing que un cambio en sus estrategias que pudiera favorecer a su vecino, podría crearle un serio impacto en su economía y mercados globales.

Incluso Reino Unido, con todo y sus intenciones de no seguir con el bloque europeo, también está apoyando al bloque aliado, con lo que le da un mensaje muy fuerte al gigante asiático. La secretaria de Relaciones Exteriores británica, Liz Truss, aseveró que el ascenso de China no es inevitable, en otras palabras, que hasta el momento la bonanza del país oriental ha dependido más de la tolerancia occidental que de su éxito económico. En suma, lo que dijo es que, si China no juega según las reglas, algo va a pasar y no creo que le guste.

Ahora bien, que ocurre con los empresarios, sobre todo, los alemanes, los cuales le habían apostado a China en 2004 para llevar sus industrias a suelo asiático. En ese entonces, el Deustchebank avaló la idea de que se desmantelara gran parte de la industria germana para llevarla directamente a Oriente; era una apuesta que significó que los corporativos, mandos medios e, incluso, trabajadores, aprendieran a hablar chino para generar el mayor nivel de ganancias globales.

Otra parte empresarial que está atrapada es la que tenía presencia en Rusia, la cual ahora pone sus barbas a remojar ante el endurecimiento que se adviene sobre China.

Hasta ahora no ha pasado gran cosa en el desempeño económico chino, pero al parecer sólo es cosa de tiempo, pues el Partido Comunista no ha querido mostrarse ni en favor de las sanciones ni por respetarlas, por el contrario, sólo ha divagado en hacerse de la vista gorda en apoyar indirectamente a Moscú.

Desde su ingreso a la Organización Mundial de Comercio, Beijing sólo ha sumado beneficios comerciales que lo catapultaron como la segunda mejor economía planetaria en tan sólo dos décadas. Si bien su tendencia a consolidar un sistema basado en la innovación ha sido un éxito, el mercado europeo y norteamericano siguen siendo cruciales para mantener su fuerza económica.

Hasta cierto punto, la Unión Europea y Estados Unidos le han perdonado sus criticadas actitudes contra los derechos humanos, su posible amenaza a la seguridad occidental y hasta sus ataques cibernéticos, siempre y cuando las ganancias económicas estuvieran a la vista, pero a partir de la guerra en Ucrania, los aliados ya no le toleran más su cómoda neutralidad.

Japón a escena

La situación es tan apremiante que se espera que la semana próxima el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, viajen a Tokio para organizar conjuntamente una cumbre UE-Japón.

El canciller alemán Olaf Scholz inauguró su gobierno dirigiéndose a Japón, y desviándose de Beijing, en una actitud que contrasta con el de su predecesora Angela Merkel, quien estaba más interesada en cultivar las relaciones con el gobierno chino. Si bien se abstuvo de señalar a China, destacó que su gobierno se caracterizaría por un giro más diversificado, incluyendo a empresas niponas e indias.

De hecho, la titular de la Comisión Europea, Von der Leyen, se encuentra más activa que nunca, pues también asistió al Raisina Dialogue, donde barajó la posibilidad de extender una asociación «sin límites» con Nueva Delhi, lo cual quedará aún afianzado cuando la República Checa asuma la presidencia rotativa en junio, y comience a gestionar una nueva sociedad indo-pacífica.

Japón ha favorecido la posición occidental desde el inicio de la guerra de Ucrania. Al menos 89 voluntarios se manifestaron dispuestos a unirse a las fuerzas armadas ucranianas para repeler los ataques rusos. También ha sido uno de los primeros en aportar ayuda humanitaria a la población de ese país.

Ni qué decir que Tokio ve en las sanciones de Washington y la posición de la OTAN respecto a la crisis una oportunidad para detener el avance de China, su principal enemigo desde principios del siglo XX en la región oriental. Además, las fuerzas niponas han trabajado con las norteamericanas en diversos juegos de guerra y ejercicios militares conjuntos, los cuales han incluso hecho desistir a los chinos de tratar de ocupar Taiwán.

¿Y qué tal la India?

A partir de la crisis ucraniana, la Unión Europea ha comenzado a ver en Nueva Delhi un aliado cada vez más cercano para cerrar una posible retaguardia tanto a Rusia como a China por lo que no se descarta que Bruselas convenza a la India de unirse a un eventual eje indo-europeo-pacífico.

Sin embargo, Bruselas no olvida que para lograr esta alianza primero debe tener la seguridad de que los indios puedan empezar a distanciarse de Moscú, la cual ha sido su principal abastecedor de armas, además de sus violaciones a los derechos humanos, una actitud que se parece más a China y sus políticas de rigor.

Por su parte Washington, ha visto en Nueva Delhi un socio clave en su estrategia en la región indo-pacífico, donde ya tiene una formación estratégica con Reino Unido y Australia, integrados bajo el AUKUS. El gobierno de Biden ahora considera lanzar una carnada muy eficaz a la India al ofrecerle reanudar las conversaciones para un tratado de libre comercio bilateral, algo que le ha interesado al estado indio desde hace décadas, mismo que se ha estancado por la falta de acuerdo en los sectores agrícola y derechos laborales.

Y para asegurar que la India cambie su apego a Rusia, el primer ministro británico, Boris Johnson, también visitó el país asiático para recordarle a su homólogo indio, Narendra Modi, el compromiso que tiene con la defensa inglesa a través de la Commonwealth.