El ecocidio, podría ser procesado ante la Corte Penal Internacional
¡Cuidado! En breve se podrá enjuiciar a la gente de incurrir en «ecocidio» o daño letal para tratar de hacer desaparecer a un ecosistema del mapa terrestre. El daño al medio ambiente siempre es directo, éste no puede defenderse y muchas veces no hay ni quién lo proteja. Pensando en ello, se está creando un marco jurídico para incriminar a cualquiera que afecte al entorno, principalmente a los bosques, cuya recuperación es larga y difícil.
No es la primera vez que se ha pensando en hacer esto, pero sí en fortalecer su clasificación penal. La propuesta se incluirá en los sistemas de procesos legales que sigue la Corte Penal Internacional (CPI), organismo internacional ratificado por 123 países y que hasta ahora sólo procesa cuatro delitos, a decir: el genocidio, los crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y crímen de agresión. Un grupo de expertos internacionales quiere agregar un quinto elemento que es el ecocidio.
Este término se puede definir como un nuevo delito a perseguir bajo la forma del impacto que afecta al conjunto de la humanidad, pero sobre todo contra el planeta. Un panel internacional de 12 juristas lo respaldan desde sus trincheras en la sociedad civil y a través de la campaña Stop Ecocidio.
El quinto crimen
“A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por ecocidio cualquier acto ilícito o arbitrario perpetrado a sabiendas de que existen grandes probabilidades de que cause daños graves que sean extensos o duraderos al medio ambiente”, reza la definición, presentada este martes, según una traducción aportada por el panel. La idea es que este delito se incorpore, como un quinto crimen, al Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI).
En videoconferencia, Jojo Mehta, presidenta de la Fundación Stop Ecocide, explicó que los juristas que integran el grupo habían actuado “con un sentimiento de urgencia” y que ya contaban con el apoyo de varios países, “entre ellos Francia, Bélgica y España”. Incluso se mencionó que hasta el Papa Francisco apoya la moción.
Ilícito o arbitrario
El documento ya presenta una definición clara del ecocidio, que proviene de la raíz griega «oikos», que significa casa o habitat, y la desinencia latina «cidio«, que se refiere a matar. El término se refiere a un ”acto ilícito o arbitrario perpetrado a sabiendas de causar daños graves extensos y duraderos contra el medio ambiente”
La directiva de Stop Ecocide señala que “hay actividades que son legales, socialmente beneficiosas y operadas responsablemente para minimizar el impacto en el medio ambiente que, sin embargo, causan (o pueden causar) daños graves y generalizados o a largo plazo al medio ambiente”. En otras palabras, muchos ataques contra el medio ambiente son perfectamente legales, pero para considerarse ecocidio debe tratarse de un acto que sea “ilícito” o “arbitrario”.
El medio ambiente como víctima
El jurista Philippe Sands, copresidente del panel de estudio y autor del libro Calle Este-Oeste, que trata sobre el nacimiento de los delitos de genocidio y crímenes contra la humanidad en los años cuarenta del siglo pasado, reconoció que es difícil identificar un ecocidio, pues hasta ahora sólo se ha puesto en el centro de la discusión y las investigaciones al hombre, pero casi nunca al medio ambiente.
Sin embargo, se espera que los países que acepten su inclusión en la CPI lo incorporen también a sus propias legislaciones, aunque se establecerá que no podrán perseguirse ni países ni grandes compañías multinacionales, pero sí personas concretas dentro de organizaciones o Estados, algo que refleja que no será fácil identificar un ecocidio.
Ecocidio en Vietnam
Durante la Guerra de Vietnam, la fuerza aérea estadounidense roció en los sesentas el famoso agente naranja, un potente exfoliador sobre diversas zonas selváticas donde el Vietcong tenía sus bases y escondía sus tropas. Esta arma química causaba el desprendimiento de las hojas de grandes extensiones de árboles y arbustos y dejaba sin posibilidad de escondite a sus enemigos.
También usó el napalm, una sustancia altamente incendiaria que devastó grandes zonas selváticas que arrazaba con todo lo orgánico que tocaba. A las personas que atacaba les causaba quemaduras graves, pérdida del conocimiento, asfixia y un dolor intenso. A casi sesenta años de esa conflagración, las áreas afectadas por estas armas norteamericanas no han recuperado su fertilidad y son extensos huecos visibles desde cualquier avión que llega a ese país oriental.
La foto captada por el fotógrafo vietnamita Nick Ut el 8 de junio de 1972, en la que muestra a una niña corriendo desnuda (Kim Phuc) junto a otros en la carretera, es prueba de la devastación causada por este terrible agente químico que quema a temperaturas de 800-1,200 grados C (1,500-2,200 grados F). Incluso la gente que se encuentra a cierta distancia lejana del lugar donde se arrojó el napalm, puede sufrir consecuencias como insolación, exposición al humano e intoxicación por monóxido de carbono.
No sólo esta guerra ha sido causante de una gran devastación en la naturaleza, en realidad han sido todas las que se han realizado entre los siglos XVIII, XIX, pero sobre todo las del XX por su enorme capacidad de destrucción masiva.
¿Cómo las guerras han destruido el entorno ambiental?
Veamos algunos ejemplos de esto:
La Primera Guerra Mundial destruyó bosques, contaminó ríos y mares con bombas y proyectiles que acabaron con ecosistemas terrestres y marinos. En 1915, se usaron por primera vez gases tóxicos como el gas mostaza dirigidos a los combatientes, pero que también afectaron a la fauna y flora europea.
La Segunda Guerra Mundial usó máquinas de gran destructividad como tanques, artillería móvil, buques y aviones de gran calado que lanzaban proyectiles con gran capacidad incendiaria, sin mencionar las bombas atómicas arrojadas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.
En algo más reciente podemos mencionar la guerra civil del Congo de 1995, misma que duró casi diez años. Aunque se trató más de un conflicto regional, causó devastación en la fauna local. Muchos animales que estaban en calidad de protección, fueron acrificados por grupos rivales para su sustento. Nada se salvó de esta rapiña bélica, desde reodores, hasta antílopes, monos, gorilas y elefantes.
Sólo para que lo sepan: cuando mencionaba que esta campaña tenía precedentes, me refería al Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados creado por la ONU el 6 de noviembre de 2001 y al reconocimiento que hizo la Asamblea General en 2016 respecto a que la cultura de la preservación de los ecosistemas bajo formas sustentables reducen el riesgo de crisis armadas.
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La empresa estadounidense Monsanto, productora de agroquímicos y biotecnología destinados a la agricultura, fue la fabricante del Agente Naranja. Proveyó 76 millones de litros de este exfoliador al Pentágono con los que roció las selvas vietnamitas desde 1961 a 1972. La firma, ahora asociada con la alemana Bayer, enfrenta más de 10 mil demandas en todo el mundo por los daños que ocasiona el glifosato a la salud de las personas y de los ecosistemas.
Foto portada: Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
Con información de Argentina forestal