Afganistán, la nueva táctica asimétrica de EU
La retirada de los soldados estadounidenses de Afganistán siempre estuvo en la mente del Pentágono. Más suena a un cambio de estrategia, luego que sus tropas se entrenaran en tácticas de guerras asimétricas como la lucha contra el terrorismo, el yihadismo y el fanatismo extremista.
El presidente estadounidense Joe Biden decidió el martes pasado, tomar la iniciativa de esta salida. Lo hizo de manera abrupta y prácticamente sin consultar a los otros 36 aliados occidentales que, a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), también están presentes con casi 10 mil efectivos en territorio afgano desde 2015.
El propósito del Pentágono como de la alianza atlántica ha sido la formación, asesoramiento y asistencia a las fuerzas e instituciones de seguridad del gobierno afgano, que ahora ya es historia tras la recuperación de Kabul, por parte del Talibán.
La decisión de Biden tomó por sorpresa a sus aliados, especialmente a Alemania, que es el segundo país con mayor presencia militar en la zona con 1.300 efectivos. Después de esto, Francia también se reservó el derecho de actuar abajo sus propios principios, donde el presidente Emmanuel Macron, ya comenzó a barajar otra opción donde Washington ya no figure tanto dentro de las decisiones euroatlánticas.
Los medios han comparado la precipitada salida de civiles y diplomáticos, con los hechos sucedidos en Saigón en 1975, luego que las tropas del Vietcong se apoderaran de la capital vietnamita. En realidad parece más un montaje sacado de la película Guerra Mundial Z, donde Brad Pitt detiene un avión para escapar de Tel Aviv acompañado por una guardia israelí herida.
Washington justificó su salida arguyendo que ya era tiempo de dejar una de las guerras más largas que ha tenido en la actualidad. Sin embargo, le sirvió para desarrollar un nuevo esquema de inteligencia que necesitaba respecto a la producción de heroína, a la corrupción de las bandas delincuenciales y de las facciones combatientes extremistas.
Los esquemas tácticos cambiaron diametralmente con respecto a las guerras comunes y ordinarias como fueron la Segunda Guerra Mundial, Vietnam, Corea y, por supuesto, los Balcanes. Los frentes militares ya no están bien delimitados, son cada vez más difíciles de reconocer; parecen más objeto de estudios e inteligencia policial que militar.
Para expertos en materia de seguridad como Edgardo Buscaglia, la guerra de Afganistán ni fue una guerra ni se escenificó sólo en Afganistán, fue más un tipo de movimiento táctico que incluso a Washington le costó mucho comprender. En septiembre del 2018, pude entrevistarlo para la revista Siempre!, en sus comentarios ya había anticipado muchas de las situaciones que ocurrieron en los últimos días tanto de la caída del gobierno afgano como de la retirada intespestiva de Estados Unidos, incluyendo su comparación con los hechos de Saigón en 1975.
Según Buscaglia, el Pentágono tenía a 45 señores de la guerra que gustan más de seguir sus tradiciones feudales que de participar en la conformación de un estado. Se parecen más a entidades paramilitares o de autodefensas que sólo gobernaban en sus respectivos territorios a lo largo y ancho de Afganistán. Señaló que en lo único que convenían era en buscar la disolución de los talibanes, lo cual como se ve, nunca pudieron lograrlo. Estos grupos se financiaban a través del mercado negro, sobre todo de heroína y del contrabando de diferentes mercancías.
Señaló que, aunque estos autollamados señores de la guerra apoyaban al presidente afgano Ashraf Ghani Ahmadzi, en realidad «siempre lo consideraron como un cero a la izquierda, pese a que es un hombre honesto con buenas intenciones; siempre se rieron en su cara«.
Especificó que los norteamericanos nunca tuvieron otra opción para reforzar al gobierno de Ghani, que estas bandas preocupadas más porque el Pentágono les diera carta blanca para comercializar drogas, lo cual era una acción más rentable que estar financiándolos económicamente.
Aseguró que la amapola y la heroína han sido las principales monedas con las que sostienen sus campañas y a los gobernadores en Afganistán. Estos grupos provienen de diferentes regiones que, aunque son afganos, les gusta más operar en territorios donde establecen su influencia local. Cuando combatían a los soviéticos, se hacían llamar mujaidines y tras el retiro del Ejército Rojo, se convirtieron en seudogobernadores que tenían control de facto en sus propias áreas.
«Recuerdo que cuando trabajaba en Afganistán teníamos que entrenar a nuestros fiscales en diferentes provincias. Después de saludar a los gobernadores por una situación de diplomacia y cortesía, había que ver también al señor de la guerra de la región a la que íbamos para pedirle permiso. Eso era algo que teníamos que hacer nosotros, incluso para poder operar en la zona», indicó. «Esos señores financian sus estructuras paraestatales, puesto que son estados paralelos; lo hacen con el tráfico de heroína. Muchos de ellos son aliados de los estadounidenses quienes también combaten a los talibanes. El tráfico de drogas está autorizado por Washington para que estos señores de la guerra puedan financiar sus actividades bélicas, así como para la provisión de bienes y servicios«, afirmó.
«No hay que olvidar que estos señores son los que gobiernan. Uno vende agua, otro seguridad, uno más ofrece mecanismos de resolución de disputas, que es un sistema judicial paralelo. Las asambleas llamadas Yirgas y las consultas denominadas shuras también se financian con el tráfico de heroína, por lo tanto, Estados Unidos no tiene otra opción ya que la ayuda económica, por la misma inseguridad, no prospera. Estados Unidos no tiene otra opción más que ese esquema de poder político: dejar que el tráfico de heroína aumente para poder financiar a los grupos paramilitares que apoyan la presencia norteamericana y que combaten a los talibanes hasta ahora», agregó el experto geopolítico.
A la pregunta de si el tráfico de drogas es más bien un negocio de la CIA, Buscaglia contestó que no es que los soldados estadounidenses o la CIA trafiquen heroína, «esos son sueños sin realidad. Los exmujaidines que gobiernan hoy de facto no tienen ideología, son señores islámicos con una estructura de poder paralela al Estado. Estados Unidos no tiene otra opción que permitirlo. Esto es porque no tiene sistemas de financiamientos alternativos. Washington se encuentra en una situación muy precaria, no quieren colocar más dinero en Afganistán, de hecho ya han invertido cientos de millones de dólares y por lo tanto no tienen otra opción que permitir dar vuelta a la cabeza, haciendo como que no miran».
«Estos han mantenido a Kabul fuera de las garras de los talibanes, los norteamericanos se lo deben a ellos. Por eso dejan que el tráfico de heroína siga creciendo. No la combaten ni la condenan públicamente porque si se dejase de financiar con el tráfico de heroína, no podrían continuar la guerra contra los talibanes y se caería el gobierno en Kabul, como cayó el gobierno de Saigón en Vietnam. Y los estadounidenses tendrían a los talibanes gobernando el país«, puntualizó el experto.
Sólo para que lo sepan: China acusó a Estados Unidos de promover la violencia del extremismo islamista tras su retirada abrupta. Según el diario South China Morning Post, Pekín teme ahora que la inestabilidad en Afganistán afecte su presencia económica en la región. La queja del gigante asiático viene a colación debido a que mientras Washington estuvo en suelo afgano, también controlaba a las facciones talibanes que operaban cerca de la región noroccidental de Xinjiang. Ahora China y otros países fronterizos tendrán que enfrentar su propia seguridad con sus propios recursos. Oviamente todo parece indicar que se trató de una jugada maestra de Washington para poner en jaque a China y a la e, la cual quedará expuesta a nuevas filas de migrantes.
POR SI TE INTERESA LA ENTREVISTA ORIGINAL:http://www.siempre.mx/2018/09/heroina-estrategia-de-eu-en-afganistan/