En busca del submarino nuclear perfecto
En tiempos de guerra, todo es válido, dice el refrán. La guerra de Ucrania ha llegado al punto en que se empezará a usar la fuerza submarina; la más terrorífica por su capacidad de sigilo y alta destrucción…¡bajo el mar! Rusia, China y Estados Unidos ya se encuentran en este proceso, pero es Moscú el que aventaja tras haber puesto en operación el K-329 Belgorov que según la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) transporta el Arma del Apocalipsis, una especie de supertorpedo con un rango de 10 mil kilómetros que es lanzado a las costas para provocar un tsunami radioactivo.
Los clase SSN (X) Virginia de EE.UU
Aunque Estados Unidos cuenta con el SSN(X) Clase Virgina, cuyo desarrollo supera al de sus contrincantes rusos por cuanto posee cuatro ventajas que son velocidad, sigilo, cargas útiles y disponibilidad operativa, los únicos dos que podrían estar listos, siguen bajo severas revisiones antes de ser botados.
La marina norteamericana busca construir un total de 30 unidades hasta el 2030 dotados con el Módulo de carga útil del Virginia (VPM), que convierte a estos sumergibles en multitareas como misiones encubiertas de fuerzas de operaciones especiales (SOF), ataques encubiertos con misiles de crucero en objetivos terrestres, así como guerra defensiva contra minas. Tambuén se prevé que pronto esté listo un submarino de misiles balísticos de propulsión nuclear (SSBN) de clase Columbia, aunque por el momento sigue en revisión desde 2020 desde que se finalizó su construcción.
Los clase Yasen y Borei rusos
Los submarinos SSGN de Yasen rusos representan un desarrollo significativo en la reducción de firmas acústicas y la integración de armas, que están a la par con algunos homólogos occidentales, lo cual hace más difícil la guerra bajo los mares. La armada rusa ya trabaja en el sucesor del Belgorov, se trata del Arcturus, una nave clase Borei, especializado para operaciones en el Ártico con mejoras furtivas como una planta de energía sin eje y propulsión a chorro de bomba.
La actual competencia entre estas potencias submarinistas está orientada más hacia una confrontación directa antisubmarina y antisuperficie, a diferencia de la que prevaleció durante la Guerra Fría, que fue de monitoreo, viglancia y disuación.
La clase Shang de China
A diferencia de ese periodo, ahora el Pentágono enfrenta la amenaza de los sumergibles de China que son tan o más silenciosos que los propios, pues lograron prescindir de las partes móviles para mejorar drásticamente el sigilo, ya que la maquinaria giratoria y los propulsores que se mueven a través del agua excitan la popa y otras partes, generando ruido.
El punto de competencia ya se encuentra álgido, pues Washington contempla la posibilidad de armar las siguientes naves con un motor de imanes permanentes para la próxima clase Columbia, lo que representa un gran salto tecnológico con respecto a la actual clase Virginia.
La actual clase Shang de China ya pueden ser tan silenciosos como sus contrapartes estadounidenses. Los expertos estadounidenses deducen que las mejoras en el diseño del reactor y las placas antiecoicas pudieron haber reducido el nivel de ruido al nivel de los SSN mejorados de clase Los Ángeles.
La manera en que Estados Unidos busca superar las rivalidades rusas y chinas es desarrollando una nueva versión con características de «depredador ápice», el cual combinará la alta velocidad y la carga útil de la clase Seawolf (que era de ataque directo), el sigilo y los sensores de la clase Virginia y la disponibilidad y la vida útil de la clase Columbia, es decir, un espectro más completo que le permitirá sostener combates de manera constante, incluso en aguas hostiles.
Sólo para que lo sepan: En esta nueva carrera estratégica ya no se trata sólo de tomar posición y poder lanzar un misil convencional o nuclear, se requieren más habilidades como navegar en completo silencio para burlar cualquier radar, que la capacidad de respuesta sea inmediata, rapidez en el combate internaval, capacidad para cumplir diversas misiones tácticas, dominar mayores profundidades, transportar cargas cada vez más destructivas y multipropósitos y otras más que sólo a los comandos generales se les ocurre cada vez que se encuentran con obstáculos bélicos.
Como ejemplo de esto, la firma estadounidense Boing ahora le está apostando no sólo a los aviones, sino a los submarinos no tripulados. Su versión Orca XLUUV (Extra Large Unmanned Undersea Vehicle) son sumergibles que pueden ser lanzados desde tierra o desde grandes buques militares con cubiertas de acceso, o desde grandes buques civiles con bahías húmedas. Estos cumplirán misiones de vigilancia de larga duración o a buques de carga submarinos para entregar otras cargas útiles de sensores y otros UUV, así como en misiones de reconocimiento, vigilancia o guerra especial en mar abierto o a lo largo de las costas y dentro de los puertos.
Junto con Lockheed Martin (otra marca estadounidense de aviación) crearon el proyecto Darpa en 2015 presentando un submarino bautizado como Blue wolf con tecnologías revolucionarias de propulsión submarina y reducción de la resistencia aerodinámica. Esto hace que las naves militares tripuladas y no tripuladas se desplacen por el agua con mayor rapidez y eficiencia energética, ganando velocidad y autonomía que antes ni siquiera se pensaba y con cargas útiles controladas por plataformas electrónicas.
Tal vez el próximo paso sí sea la construcción de bases submarinas como lo mencionaban en Viaje al fondo del mar, un programa de ficción de los años setentas. Teniendo transportación, sólo hace falta instalar bases claves bajo el mar.