Tarjetas bancarias, chips tatuados en la piel; así empieza el Gobierno Unico Mundial
Los amantes de la ciencia ficción tal vez no sabían que imaginar historias fantásticas no tenían el propósito de entretener, sino de inducir a la gente a sucesos extraordinarios que pudieran pasar. Como diría Daniel Estulin: ahora prepárense, porque lo que viene les pondrá los cabellos erizados.
En Viaje a las estrellas (serie creada y dirigida por Gene Roddenberry, la cual fue lanzada el 8 de septiembre de 1966) conocimos a las facers, que eran armas futuristas de láser usadas por el Capitán Kirk y su tripulación para defenderse de las hordas alienígenas. Las aventuras de su unidad a bordo del Enterprise (Empresa), transcurren en medio de la pertenencia a la Federación Espacial; una especie de mundo integrado por sistemas galácticos unificados, cuyo propósito es ampliarse “hasta donde la humanidad nunca ha llegado jamás”. (Ténganlo en cuenta durante la lectura).
En Alien 3 (dirigida por David Fincher y estrenada el 22 de mayo de 1992) vimos al británico Charles Dance (doctor Clemens), médico penitenciario en la prisión Fiorina “Fury” 161, donde se encuentra una refinería de minerales atendida por presidiarios que cumplían condena de trabajos forzados. Ahí cae la nave de escape donde la teniente Ripley (Sigourney Weaver) es la única sobreviviente. En un momento de intimidad que sostienen ambos en la enfermería, Ripley descubre que su amante ocasional tiene un código de barras grabado en la nuca; lo curioso es que el resto de los 25 reos, el alcaide y su asistente, también lo tienen. (Idem)
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Después de este breviario cinematográfico, volvamos con Daniel Estulin, el teórico de la conspiración que nos tiene la siguiente sorpresa: “En la década de los sesenta, los globalizadores se dieron cuenta de que el mundo no estaba cambiando lo suficientemente rápido para su gusto y decidieron actuar. En 1962, Nelson Rockefeler apeló a la creación de un Nuevo Orden Mundial argumentando que los temas de la actualidad exigen a gritos un nuevo orden mundial, porque el antiguo se derrumba y un orden nuevo y libre lucha por emerger a la luz… Antes de que podamos darnos cuenta se habrán establecido las bases de la estructura federal para un mundo libre”. (¿No les recuerda en algo a Star Trek? Y de paso a Silvio Rodríguez y su canción “La era está pariendo una canción”, del álbum, “Al final de este viaje” producido por Pedro Orlando en 1978. O tal vez la canción I´d like to change the world, de Ten years after, del álbum Space in time, lanzado en 1971 y en la letra diciendo “La población sigue reproduciéndose. La nación sangrando, con necesidad de más alimentos y una economía. La vida es divertida, los cielos son soleados, las abejas hacen miel; ¿quién necesita dinero? No, eso no es para mí)».
Lo anterior parece preconizar que nos dirigimos hacia una sociedad unificada, mediante el control de artilugios detectables y con una economía virtualizada. Pero Estulin señala que el concepto de una economía sin dinero líquido o efectivo no es reciente, sino que data de los inicios del Club Bilderberg en 1953 y hoy estamos viviendo las consecuencias de esas ideas. “El dinero en metálico nos garantiza intimidad y anonimato, o lo que es lo mismo, libertad. También nos asegura independencia. Todos nosotros podríamos conseguir que los bancos del mundo quebraran con tan sólo sacar simultáneamente el dinero que tenemos depositado en ellos. El dinero en efectivo también es sinónimo de descentralización”, afirma el teórico. “El gobierno sabe que para controlar, vigilar y seguir la pista de la población debe suprimirse el dinero en efectivo”, aseguró.
¿Cómo se haría el control de las personas?
En otras palabras, para crear el nuevo orden mundial es preciso erradicar toda evidencia de descentralización, controlar todos los sistemas independientes, crear estructuras unificadas llámese tratados comerciales, sistemas de comercio regionales, bloques multinacionales, los cuales se irán disolviendo poco a poco hasta crear el ansiado Gobierno Unico Mundial. Mientras esto pasa es necesario adoptar una estrategia de rastreo personal a través de sistemas bancarios electrónicos e, incluso, llegar a la encriptación del individuo mediante implementos que los puedan identificar, detectar y ubicar en todo momento. ¿Una tecnología que no cause molestia a la gente y que, por el contrario, le despierte hasta el orgullo de portarlo como miembro de una sociedad unificada?
“En la década de 1980, el profesor B. A. Hodson, director del Centro Informático de la Universidad de Manitoba, recomendó grabar una marca identificadora en la frente de cada individuo. En un primer momento, la idea consistía en tatuar un fluido permanente no tóxico sobre la carne humana, que se trasluciría con la ayuda de rayos ultravioleta o infrarrojo”, mencionó Estulin. (¿Se acuerdan ahora de Alien 3?)
Asimismo, reportó haber visto en un ejemplar de la revista Senior Scholastics, publicada el 20 de septiembre de 1973, un artículo titulado “Necesidades sociales y derechos privados ¿Quién te vigila?, donde decía lo siguiente: “Sin moneda, sin cambio y cheques. En el programa a todas las personas se les asignaría un número que llevarían tatuado, bien en la muñeca o en la frente. Asimismo, todos los bienes de consumo se marcarán digitalmente. En el punto de control, gracias a un ordenador situado en la salida de la tienda, se captará el número de artículos seleccionados para su compra, así como el número de la persona y automáticamente el ordenador sumará el precio y descontará el importe de la cuenta del cliente”. (¿No les parece algo ya conocido en los cajeros de los supermercados?).
Las investigaciones de Estulin reportan también que en 1974, el doctor R. Keith inventó una pistola láser que podría numerar peces en menos de un segundo. Intelectuales de la época no dudaron en afirmar que dichas «armas» podrían usarse para registrar numéricamente a las personas (¿Ahora recuerdan las facers?).
Igualmente señaló que, en ese mismo año, “el asesor del Servicio de Inteligencia Mc Alvany declaró que la era del dinero en papel moneda está tocando a su fin y una nueva era con una sociedad sin dinero está amaneciendo. Si las modernas tarjetas electrónicas de crédito y débito pueden cambiarse por dinero en efectivo, entonces cada transacción económica de mi vida puede ser catalogada y almacenada como una futura referencia y, aquellos con el poder de interrumpir su acceso al dinero electrónico pueden estrangularlo en el tiempo que dura un latido de corazón. El potencial del totalitarismo para chantajear y controlar es increíble para la mayoría de las personas que ni siquiera parecen darse cuenta”.
Lo siento queridos amigos, pero esto me recordó la letra de El Rey, de José Alfredo Jiménez: ¿“Con dinero o sin dinero, hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley”? Saludos a todos.