Una Latinoamérica sin basurales para el 2030 ¿se podrá?

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Una Latinoamérica sin basurales para el 2030 ¿se podrá?

En la película Un príncipe en Nueva York, Eddie Murphy, aparece como empleado de intendencia en una hamburguesería. Mientras barre el pasillo, se adentra a la oficina de la hija del dueño para vaciar su cesto de basura. Aprovecha ese momento para iniciar un acercamiento con la chica y le dice: «Cuando pienses en basura, piensa en Ackim». La idea por supuesto era coquetearle, pero refleja claramente algo que es muy evidente: el hombre es el principal generador de basura en el mundo..

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La basura es causante de múltiples enfermedades, desde infecciones de heridas y cortaduras hasta malestares gastrointestinales como cólera, diarrea y tifoidea, pasando por afecciones respiratorias por la inhalación de gases y sustancias tóxicas derivadas de productos químicos como pinturas, thinner, baterias usadas, acumulares, etcétera. Todo eso es una irrefutable presencia del hombre y de su arraigado consumismo que enferma al medio ambiente.

Es por ello que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estableció como meta el 2030 para eliminar los basurales y subsanar los impactos sobre la salud y el medio ambiente que causa la disposición inadecuada de residuos sólidos.

El organismo internacional creó en 2008 la Hoja de Ruta para el Cierre Progresivo de los Basurales en América Latina y el Caribe, que fue adoptado por una Coalición voluntaria de gobiernos y organismos pertinentes, en el marco del Foro de Ministros y Ministras de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, donde se estableció el cierre de los vertederos como una prioridad en materia de lucha contra la contaminación.

“El contexto de la actual pandemia presenta múltiples desafíos para la región, entre los ellos la gestión de la creciente cantidad de residuos. Esta  constituye un servicio esencial, clave para una recuperación sostenible y para no dejar a nadie atrás. Promover programas e iniciativas que mejoren la salud de las personas y los ecosistemas mediante una transición hacia patrones de consumo y producción sostenibles es fundamental para la reactivación pos-COVID-19”, afirmó Piedad Martin, directora regional interina de la Oficina para América Latina y el Caribe del PNUMA.

La situación se encuentra en un nivel alarmante, pues para lograr el objetivo de eliminar estos lugares desagradables e insanos, hace falta trabajar en la conciencia humana de reducir el consumo y bajar la dependencia de productos industriales. Menuda tarea tiene la ONU en este caso, como en muchos otros, pues ni la gente se atiene al menos a consumir sabiamente ni la industria a producir de manera sustentable.

Sólo para que lo sepan: el 70% de los municipios en Latinoamérica utilizan sitios inadecuados para depositar desperdicios, mientras que la generación total y per cápita de residuos continúa aumentando y las tasas de reciclaje se mantienen, en promedio, por debajo de 10%.

Por si fuera poco, se arrojan más de 145 mil toneladas de basura generados por 170 millones de personas en sitios que afectan directamente a zonas urbanas y econosistemas. Esta cifra equivale al 27% de la población regional. Aunado a eso, hay que considerar que medidas como la quema de basura generan otro problema más de contaminación ambiental. Enterrarla tampoco ha sido la solución, pues muchos productos como los plásticos no se degradan apropiadamente.

La industria se defiende diciendo que la gente es en gran parte la responsable de este problema, pues  tampoco hace un separado de basura apropiado para que el reciclaje pueda incrementarse en una producción más limpia.

Fuente: ONU