El amor ni es esplendoroso ni es mágico; es una búsqueda eterna
No confundan, ni antojen: el amor no tiene nada que ver con la sensualidad ni el sexo; eso es sólo lo que le pone sabor al caldo. Se trata más bien de una emoción que implota la calidad humana hasta potencializarla en la sublimación de las acciones, es un big bang de las emociones que se plasman como motores de la creatidad unipersonal.
No me gusta hacer esto, pero no veo más remedio que fundamentarme en la filosofía, sobre todo en la griega, de la cual no podemos desprendernos pues la llevamos en la sangre cultural; somos hijos de Occidente también. ¡Ea pues, dicho esto, vamos a tratar de analizar en unas cuantas líneas qué es el amor, desde la perspectiva del Banquete de Platón!
Platón y Aristóteles fueron siempre disímiles en la forma de entender la filosofía, pero coincidieron en algo; en que el egoísmo es la clave de las mayores bondades humanas. Quizás suene un poco contradictorio pero se reduce a decir que, si el ser humano no tiene nada, simplemente no puede compartir nada. Es esta la prerrogativa básica del amor, el compartir, el extenderse hasta el otro, visto no como complemento, sino como parte integral lejana de uno mismo.
En el diálogo Banquete o Simposio (esto último hay que entenderlo más como una cena donde los intelectuales se reunían para comer, libar y dialogar sobre un tema en específico). El honorado y anfitrión del evento era el poeta Agatón, quien había convocado a la reunión para celebrar su victoria en un certamen poético dedicado a Dionisio, conocido como las Leneas (debe su nombre a que se realizaba el día 12 del mes conocido como Leneón, el cual transcurría entre enero y febrero (¡más coincidencias no se pueden, amigos: estamos en 14 de febrero, 2021!.)
En el convite se encuentran, además de Agatón, Erixímaco, quien era un médico ateniense al que se le acusó de la mutilación de las hermas, monumentos personales de protagonistas familiares que van de la cabeza y el busto hasta el piso, mostrando los genitales como prueba de la fortaleza íntima. También estaba Aristodemo, filósofo leal a la escuela socrática, de quien se dice caminaba descalzo, en abierta imitación a su maestro Sócrates.
En la mesa, a la cual nadie se sentaba si no se le lavaban los pies, acto que por supuesto era realizado por un esclavo, estaba Apolodoro, a quien se le señala como un enamorado de Sócrates, bipolar pues a veces elogiaba a su ayo y en otras lo condenaba. También el poeta Arístófanes, profundo enemigo del autor de la mayéutica. Y Alcibíades, un hijo de encumbrados atenienses con un gran desempeño militar,.diplomático, político y… ¿qué creen? también otro resentido socrático, por haberlo rechazado en una relación pederasta que, según se dice, eran acciones normales en la Atenas clásica.
Finalmente, se menciona en el Banquete a Pausanías (no confundir con el general espartano, uno de los principales promotores de la Guerra del Peloponeso). Era amante de Agatón y un abierto defensor del homosexualismo que se practicaba con los llamados paidika (amantes jóvenes) de entre 14 y 17 años, todavía imberbes.
Ya tenemos a todos los personajes en escena, vamos a la trama.
Después de la comida, se le ocurre a Erixímaco que los comensales hablen sobre un tema en específico, y propone que sea sobre Eros (Amor), de quien dice no se le ha hecho el homenaje adecuado, pese a lo intrínseco que es en la vida humana.
Pasan como ponentes Agatón, quien por ser huésped concede la palabra a Fedro, otro poeta a quien Platón le dedicaría uno e sus diálogos, pues éste relaciona el amor a la memoria y a la escritura. Fedro, quien es un apasionado mitologista, relaciona el amor con la leyenda de Thamus (Rey de Egipto) y Theuth, una divinidad a la que los griegos orientales atribuían el don de la palabra. El relata la controversia entre el monarca egipcio y la deidad a quien le opone su arte linguístico de la siguiente manera: «La escritura no es la verdadera sabiduría del hombre sino más bien el recuerdo que uno tiene a través de la palabra», algo que se llama anamnesis y que se puede definir como una reminicencia.
Dígamoslo así: ¿el amor se vive, se muestra o aparece? ¿Es un recuerdo de algo o una proyección de lo que será?. ¿Se le puede describir o simplemente creemos que lo podemos hacer con base en lo que recordamos? (No olvidemos que Sócrates es el autor de la mayeútica por medio del cual él decía que sólo intentaba que sus alumnos recordaran los conocimientos que ya estaban innatos en ellos. Es por eso que Platón quizás lo reivindicó nombrando Fedro a uno de sus diálogos que, por cierto, trata sobre la belleza).
Tomemos en cuenta que los personajes que se encuentran conviviendo son, salvo Fedro, abiertamente contrarios a Sócrates. De hecho, les comento que durante un pasaje del Banquete se menciona que éste se encuentra con Aristódemo camino al evento, uno de sus alumnos originarío de Cidateneo que no sólo admiraba a su maestro, sino que lo emulaba al caminar descalzo. El ateniense le ofreció llevarlo a la fiesta sin invitación, a lo cual su discípulo aceptó.
Hubo un momento en que Sócrates se retrasó, porque era muy común en él que se extasiaba con sus propios pensamientos. Aristodemo fue recibido en la casa del festejado sólo porque venía con Sócrates. Sin embargo le pidió a uno de sus esclavos que buscará al maestro y lo trajera a la convivencia. A todas luces se ve que estos eran los primeros indicios de la toma de evidencias contra Sócrates, a quien se buscaba consignar a las autoridades como enemigo del estado ateniense.
Da el caso que el esclavo encontró a Sócrates y lo condujo al lugar, aunque éste no quería realmente ir, pues quizás sospechaba la estratagema con la que las autoridades buscaban ejecutarlo. Algo que se puede ver mejor en el diálogo La República )..
Una vez aquí, paso a lo que dijo el sabio ateniense.
En su discurso sobre el Amor, hizo mención de la mitología griega diciendo que en alguna ocasión existieron los llamados «andróginos», que eran desciendientes de la Luna. Se trataba de seres duales unidos, o sea ¿cómo? Sí, eran dos seres, mujer y hombre integrados en un solo cuerpo. Se desplazaban haciendo las acrobacias más impresionantes, por eso mismo eran rápidos y contra todo lo que se pareciera, ágiles y dinámicos. A dónde quiera que iban, estaban los dos, ninguno esperaba al otro, sólo ya estaban ahí, ambos.
Zeús, desconfiado de ellos, los separó con su rayo, creando al hombre y a la mujer. Pero no contento con eso, pues todavía pensaba que podrían ser una amenaza para él, los separó en distintos confines del mundo para que nunca se reencontrarán. Esto es lo que conocemos como la anécdota de la media naranja, la cual no es posible encontrar tan fácilmente por más que te suscribas en plataformas de ligue y menos en una cuarentena donde debes estar confinado en casa o haciendo home office.
Tal vez ese sea el trasfondo de los grandes problemas que tienen las parejas para convivir y, más que nada, pervivir: creen haberse reencontrado, pero quizás no sean ellos como tal. Zeus no sólo causó una división de un ser íntegro sino que creó problemas como la separación, el divorcio, el cansancio marital y otras cosas más relacionadas con los amantes.
Sólo para que lo recuerden: el mito de la media naranja puede ser semejante al de los avistamientos de platillos voladores, los fantasmas en casas hechizadas o el saber si hay vida después de ésta: es decir, no siempre es preciso. Sin embargo, cuando encaja, no hay nada en el mundo que los pueda separar y, por tanto, significa la derrota de Zeus. Se supone entonces que quienes no han encontrado a su par, siguen padeciendo la ordenanza del dios olímpico: la incompletud perenne, por ello, la sempiterna busqueda del otro.
¡Feliz día de San Valentín!
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