Rusia reabre instalaciones de la Guerra Fría en el Artico

Han pasado casi treinta años desde la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ahora vemos a una Rusia que retoma los días de gloria pasados al afianzar objetivos estratégicos como fortalecer su presencia en el Artico, donde busca reabrir bases y aeródromos que operaban durante la Guerra Fría.

La idea del Kremlin es explotar las ventajas que tiene el Polo Norte como habilitar nuevas vías de navegación más rápidas a fin de no depender tanto de otras como el Canal de Suez, el cual demostró su vulnerabilidad tras el bloqueo efectuado por el portacontenedores de última generación Ever given, que encalló en marzo pasado causando pérdidas millonarias al comercio internacional.

 

Moscú tiene la vista fija en el potencial hídrico de ese continente gélido, toda vez que maneja como un hecho que el avance del cambio climático es prácticamente irreversible y sólo aguarda el deshielo de la región, para lo cual ha reforzado sus controles militares en lugares como la isla de Kotelny, en el sector insular de Nueva Siberia, al este del Artico, mientras otras instalaciones están siendo reahabilitadas para su uso en el archipiélago de Francisco José (Franz Joseph Land).

De hecho, Rusia es uno de los cinco países que reclaman soberanía sobre el Polo Norte, las otras cuatro son Dinamarca, Canadá, Noruega y Estados Unidos. Cabe mencionar que este último país entró a la repartición del pastel gracias a que Moscú le vendió Alaska en 1867; en un momento en que su economía pasaba por un mal momento tras su derrota en la guerra de Crimea (1853-1856) por Gran Bretaña, Francia y el Imperio otomano.

Nueva ruta comercial

Los nuevos desafíos que Moscú ha comenzado a enfrentar en esta zona glacial recuerdan mucho las proezas que realizaban las potencias geográficas de los siglos XVIII y XIX por el «conocimiento» del planeta y su consiguiente apropiación bajo la legalidad de «quien lo descubre lo bautiza y se lo queda» o bajo la ley darwianiana: los más desarrollados de la especie son los que sobreviven..

Durante la Guerra Fría, la flota soviética logró un gran avance en la construcción de buques rompehielos con los que abrió la Ruta del Mar del Norte. Décadas después, esta vía parece más transitable al grado que barcos normales ahora pueden acceder a la zona debido al prolongado deshielo que se ha registrado en años recientes.

Aunque no toda la región es accesible, el presidente Vladimir Putin ordenó la creación de una nueva flota de rompehielos y de petroleros clase hielo, una cuantiosa inversión dirigida a la explotación comercial que, curiosamente, le facilitarán los efectos del cambio climático. El tráfico fluvial sigue estando bajo el rigor del clima ártico y se congela a partir de noviembre, aquí es donde entraría en juego su tecnología rompehielos

Protegido hasta los dientes

Putin también ordenó la reapertura de bases militares y la instalación de otras más recientes para proteger su zona de exclusión polar colocando su más avanzado sistema de misiles S-400; la medida tiene como objetivo asegurar el desarrollo comercial ruso a corto y largo plazo en la región, lo cual espera que sea posible con la habilitación de una nueva vía marítima glacial que le permitiría capitalizar recursos al ofrecer un acceso mucho más rápido para la navegación internacional.

La Ruta del Canal del Norte, y otras más derivadas de su curso, permitirían a los barcos reducir el viaje a los puertos asiáticos en 15 días en comparación con el uso del Canal de Suez. El paso sería vital para que la paraestatal rusa GNL transporte petróleo y gas a sus socios con mayor efectividad, que como se hace a través del acceso del Mar Rojo.

De hecho, la firma de hidrocarburos Novatek comenzó a navegar en la ruta del norte en 2017, usando petroleros sin cascos rompehielos, con lo cual demostraba la viabilidad del proyecto..

Movilizaciones militares

El pasado 20 de marzo, las fuerzas rusas realizaron simulacros en aguas del Ártico, especificamente en Alexandra Land, parte del archipiélago de Franz Josef Land, en el que participaron tres submarinos de propulsión nuclear que rompieron el hielo y emergieron simultáneamente. Otro más, disparó un torpedo estando sumergido en el hielo.

También se probaron los sistemas antiaéreos Pantsir-S1, y se realizaron operativos de reabastecimiento en vuelo de un avión de combate MiG-31, así como el bloqueo de los controles de drones que simulan un ataque aéreo.

Sólo para que lo sepan: fuentes occidentales aseguran que el Kremlin efectúa pruebas en la zona polar con un nuevo un tipo de torpedo llamado Poseidon 2M39, el cual está equipado con un reactor nuclear y cuyo desarrollo se está llevando a cabo con rapidez desde que en febrero pasado comenzaran sus ensayos. Se trata de un nuevo armamento que superaría al de sus contrapartes estadounidenses por su capacidad de indetectabilidad, es decir: ¡la confrontación este-oeste está vigente! Lo más curioso del asunto es que Rusia está actuando con la clara convicción de que el cambio climático va a deshielar la zona ártica en las próximas décadas, situación que dejará al descubierto una gran fuerte de minerales, hidrocarburos, además de abrir un paso marítimo rentable. ¿Quién dijo que la URSS desapareció? Más bien sólo se transformó.

Con información de Eco-sitio y RT.
Foto portada: aviacionline.com/