Comercio y finanzas, baches en la Guerra de Ucrania

A poco más de tres de meses de guerra, las dificultades para Rusia como para Ucrania comienzan a verse claramente. Las fuerzas armadas rusas desataron una fuerte ofensiva en la ciudad de Sievierodonetsk para desalojar a las milicias ucranianas. Si Moscú captura esta posición, tendrá el poder de toda la región de Donbas, integradas por las provincias de Lugansk y Donestk; ambas calificadas como importantes bastiones del Kremlin.

El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, no tardó en aclararlo al decir que la «liberación» de la región ucraniana de Donbas es una «prioridad incondicional» para Moscú. De paso, advirtió que “otros territorios ucranianos deberían decidir su futuro por sí mismos” en alusión a que permanecerían todavía bajo el régimen ucraniano, algo de lo que dijo “no creo que estén contentos de volver a la autoridad de un régimen neonazi que ha demostrado que es rusófobo en esencia. Esta gente debe decidir por sí misma».

Lavrov ha reiterado que la incursión rusa fue inevitable, luego que Occidente ignoró sus advertencias sobre las agresiones que Ucrania cometía contra sus ciudadanos de habla rusa.

En marzo, las tropas rusas fueron rechazadas en su intento por tomar la capital Kyiv, el presidente Vladimir Putin corrigió inmediatamente la estrategia para apoderarse de Donbas, lo cual le ha dado mejor resultado.

Sin embargo, la estrategia de Moscú lo pone también en debilidad al dejar abierto otro frente que aprovecharían los contraataques ucranianos. Las tropas rojas están concentradas en su ofensiva en el este, descuidando las ciudades de Andriyivka, Lozove y Bilohorka, ubicadas en la orilla sur del río Inhulets en la frontera con la provincia de Kherson, necesarias para consolidar su control regional.

El Kremlin espera que su estrategia presione tanto al presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy como a sus aliados occidentales y los induzca a replantear la situación de la crisis, entre otras cosas para continuar las exportaciones de petróleo al bloque europeo. Bruselas propuso un quinto paquete de sanciones para debilitar a la economía rusa, pero debido a la gran dependencia que tienen los euromiembros respecto al hidrocarburo, el proyecto se ha quedado en el aire desde hace dos semanas.

Putin dio otra vuelta de tuerca a la Unión Europea al proponer que está listo para reanudar las exportaciones de granos desde los puertos ucranianos. El eurobloque no ha dicho nada, pero tampoco desechó la propuesta, sobre todo ante el aumento en el precio de productos básicos que ya afecta al mundo.

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Aumentando la presión, el mandatario ruso agregó que ya tiene un convenio con su homólogo Tayyip Erdogan para que los envíos de granos puedan llegar a puertos turcos a través del Mar Negro. Agregó que si Bruselas tan sólo relaja sus sanciones podría exportar volúmenes significativos de productos agrícolas y, sobre todo, de fertilizantes cuya escasez preocupa a la ONU ante una catástrofe alimenticia mundial.

Un sexto paquete prohíbe las importaciones de crudo por vía marítima, y su consecuente suministro por oleoductos a través de la República Checa, Eslovaquia y Hungría. Pero esto será debatido hasta próxima cumbre de la UE programada para el 23 y 24 de junio, lo cual hizo rabiar al gobierno ucraniano que criticó a Occidente por su falta de carácter y compromiso.

Letonia se unió a las críticas señalando que mientras “los ucranianos pagan con su vida”, al eurobloque sólo le interesa su comodidad comercial. El primer ministro letón Krisjanis Karins pidió intensificar la ayuda a Kiev al decir «podemos y debemos apoyarlos, aunque solo sea por interés propio, porque solo cuando Rusia sea derrotada podremos sentirnos seguros en Europa».

Alemania, por su parte, teme que el conflicto tenga efectos colaterales en toda Europa. A un mes de la eurocumbre, el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, no dudó en afirmar que la unidad de la UE «comenzará a desmoronarse».

Hasta ahora, la crisis ha ocasionado que más de 6,7 millones de refugiados hayan huido de Ucrania desde el 24 de febrero, de acuerdo con la ONU.